Me desperté y decidí: momento de un cambio.
Veía poco a poco como caían viejos recuerdos, viejos sentimientos, memorias que ya estaban quemadas, arruinadas, teñidas y manchadas... y me decía: "no le temas al cambio, no le temas". Cada vez que veía caer otro poco más, pensaba cuántos recuerdos tenía allí aferrados que no me dejaban avanzar. Iban a ser tirados, de forma inceremoniosa, a la basura... a donde pertenecían porque de tanto uso ya estaban demasiado gastados.
Nunca en mi vida había querido hacer este cambio tan drástico... nunca había querido lanzarme tan a la deriva y ver que pasaba. Parte de la vida es hacer decisiones temerarias, sin pensar tanto en lo que va a pasar después. Al fin y al cabo, todo (excepto la muerte) tiene arreglo en esta vida.
Me preguntaron: "¿Está segura?"... y mi respuesta fue un firme "Sí" a lo que me comentaron "¡Qué decidida!". Una mi muy queridísima amiga me dijo: "Ya era hora". No podía tener más razón. Era hora de formar recuerdos nuevos... buscar algo nuevo y dejar que eso creciera, cuidarlo, mimarlo, cambiarlo de vez en cuando y tratarlo como debía.
Muchas personas no se acostumbran todavía a este cambio. Fue todo un shock; pero era momento de una renovación del alma.
¡Increíble todo lo que hay detrás de un corte de pelo de por lo menos 40 centímetros!
21.7.08
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario